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Por: María Laura Mieles.
Navegando en la red sueles encontrar literalmente de todo y mientras suena ‘Wish you were here’ de Pink Floyd, me dispongo a buscar algo de lectura suave y fuera de lo común (algo paranormal en realidad), para terminar de complementar la perfección del momento en el que me di cuenta que estaba teniendo un buen día.
Y así, de página en página, llegué hasta un lugar en donde encontré una serie de micro cuentos que me entretuvieron por un buen tiempo. Y es que teniendo casi –literalmente- 1000 historias cortas disponibles, resulta imposible no querer ir por más.
El mundo paranormal y las historias oscuras
Su escritor usa el seudónimo de Sir Helder Amos, quien con ingenio y precisión admirables, te transporta a cada uno de los escenarios de sus historias con menos de 200 palabras. Escribe sobre diversos temas y, de vez en cuando, mezcla historias oscuras con situaciones cotidianas de una forma genial. Estos son mis favoritos ¡Disfrútenlos!
975 – «La médium enamorada» por Sir Helder Amos
Cuando la médium entró en el café se sorprendió al ver el fantasma de una mujer bailando alegremente sobre la cabeza de una persona, pero se sorprendió aún más al descubrir que esa persona era el hombre más bello que había visto en esta y en sus pasadas vidas.
Acercándose al hombre, quien estaba sentado, solo, en una mesa para dos, le dijo:
– Hola, soy médium y puedo ver el fantasma de tu difunta esposa a tu lado.
– ¿En serio? -preguntó el hombre sorprendido.
– Sí.
– ¿Y qué dice? -inquirió el hombre, muy seriamente.
– Está muy triste -dijo la médium y, al hacerlo, el fantasma de la mujer dejó de bailar y se quedó viéndola extrañada.
– ¿Por qué? -preguntó el hombre, al borde de las lágrimas.
– Porque no la dejas ir, y ella quisiera que la superaras y siguieras con tu vida -dijo la médium, haciendo que el fantasma de la mujer se quedara boquiabierta.
– ¿En serio?
– Sí.
– ¿Y qué puedo hacer al respecto?
– Pues, podrías empezar conociendo a nuevas personas y a atreverte a enamorarte de nuevo; ¿qué te parece si ordenamos algo y nos conocemos tú y yo un poco más? -dijo la médium, haciendo su movimiento, mientras el fantasma de la mujer empezaba a jalarse los pelos desesperadamente.
– ¿Qué dice ella? ¿Le gustaría que hiciera eso? -inquirió el hombre preocupadamente.
– Totalmente, le encantaría, hasta puedo verla sonreír -dijo la médium, mientras el fantasma de la mujer lloraba lágrimas de sangre y se retorcía en ángulos inhumanos en el aire.
– Bueno, está bien, te invito un café -aceptó el hombre-. Pero vámonos para otro lugar, porque este me trae muchos recuerdos.
Fin.
908 – «Belcebú» por Sir Helder Amos
Ese día de verano, mientras intentaba tomar su almuerzo en su casa de campo, las decenas de moscas que habían en el ambiente, revoloteaban a su alrededor e intentaban posarse sobre su comida sin dejarlo almorzar en paz.
– ¡Belcebú! – gritó el joven, obstinado, mientras espantaba las moscas de su comida con una mano -, ¡controla a tus súbditos y ordénales que me dejen comer en paz!
Al instante, todas las moscas desaparecieron y el joven, sorprendido, terminó de comer tranquilamente; pero esa tarde, mientras tomaba la siesta bajo un gran árbol, el joven tuvo un sueño muy extraño en el que millones de moscas lo atacaban y se lo llevaban volando a una oscura caverna, donde una grotesca mosca gigantesca lo estaba esperando para comérselo.
Al despertar, sudoroso y aterrado, el joven corrió a su vehículo, se montó y pasó toda la noche manejando de regreso a la ciudad, haciendo pequeñas paradas en todas las iglesias que encontraba en el camino para rezar un poco y jurar que más nunca volvería a jugar con demonios.
Fin.
882 – El jardinero del cementerio por Sir Helder Amos
Cuando el nuevo jardinero comenzó a trabajar en el cementerio, se fijo, a los pocos días, en una señora qué visitaba todos los días el lugar para llevarle un pequeño bouquet de camelias rojas a los difuntos que allí reposaban, pero lo curioso de esta señora, es que nunca visitaba dos veces la misma tumba, si no, que cada día visitaba una diferente.
Un día, mientras podaba la verde y brillante grama del cementerio, la señora llegó con sus camelias y se sentó en la tumba que estaba justo al lado de él y aprovechando la situación, le preguntó:
– Ha perdido muchos familiares y personas queridas, ¿no es cierto?
– No – respondió secamente la mujer.
– ¿Entonces por qué viene al cementerio a visitar y a traerle camelias a una tumba diferente cada día? – preguntó el jardinero, sin poder contener su curiosidad.
– Porque me gusta escuchar sus historias – dijo la mujer – soy médium – añadió, al ver la cara de perplejidad que había puesto el hombre al oír su respuesta- puedo hablar con los que se encuentran en el más allá, es por eso que todos los días visito una tumba diferente, para escuchar las historias que todos estos muertos tienen para contar: quienes fueron, cómo murieron. Todos tienen una historia diferente e interesante, nunca he escuchado dos historias iguales.
– Ah, bueno – dijo el jardinero nerviosamente-. Disculpe entonces, no la molesto más, siga escuchando sus historias, hasta luego.
Minutos después, el jardinero renunció a su trabajo y se juró no trabajar más nunca en un cementerio.
Fin.