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Por: Sarah Carrozzini
Al caminar por la avenida 9 de octubre, en el centro de Guayaquil, encontré un inusual rostro que desde un portal aparecía como una estatua de la libertad. Detrás de ese largo vestuario gris se hallaba un hombre inmóvil con pequeños ojos que pestañeaban. Atento a los demás y sin la mínima intención de moverse, él estaba ahí, dando su tiempo a ese caluroso espacio con gente para «pedir». Algunos pasaban por su portal, se sorprendían y hasta se reían, mientras que otros continuaban apáticos por la vereda como si estuviesen atraídos hacia un mismo lugar.
En ese rápido encuentro con aquella «estatua viva» valoré los segundos que podrían provocar una leve interacción entre estos dos sujetos: el actor vs. espectador en una situación muy amistosa o todo lo contrario. Esto me recuerda al TED de Amanda Palmer, la voz de la banda Dresden Dolls, cuando presentó en el 2013 su exposición: The art of asking (El arte de pedir). Se trata de una charla donde Amanda compartió su mirada sobre la relación entre el artista y su fan. En esa acción entendida como «dar» recuerda con ciertas lágrimas un pasado que algunos no conocían: sus días como actriz callejera. Tal vez sea necesario parar un poco ese trajín diario que nos hemos propuesto a vivir por esos segundos de «dar» arte en la calle y mirar a un artista callejero.