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La humanidad tiene a su cuidado el planeta. Tú, ellos, yo, todos formamos parte de este gran conglomerado que ha desarrollado tecnologías a partir de la rueda, realmente sorprendentes en muchos campos. Pero así como se ha logrado, por ejemplo, curar enfermedades terribles, también se ha contaminado mucho. Y las reacciones de la naturaleza ante esto, aunque no sea sencillo de entender al principio, luego cobra sentido.
Por eso hoy les contaremos algo muy curioso que sucedió a partir de una tragedia. La Peste Negra en el siglo XIV destruyó a 20 millones de personas en pocas décadas, sin embargo un estudio revela que esta plaga puede haber tenido un efecto positivo en el medio ambiente. Sí, pero a todo el terror y muerte que provocó.
En la revista GeoHealth, un equipo de investigadores liderados por la Universidad de Harvard han estado siguiendo la contaminación regional y global del plomo a lo largo del tiempo, como lo revela una serie innovadora de análisis del núcleo de hielo. En términos generales, la minería y la fundición -junto con toda una serie de procesos industriales relacionados- arroja mucho plomo en el medio ambiente, tanto en la atmósfera como en la hidrosfera. Y eso ha sido común durante dos milenios.
El plomo no es una cosa de broma. Daña el sistema nervioso y el sistema digestivo muy severamente. Al observar las concentraciones de plomo en el medio ambiente a través de estos núcleos de hielo, el equipo notó que durante la Muerte Negra -específicamente entre 1349 y 1353- el aire estuvo libre de plomo por primera y única vez durante estos últimos dos milenios. Como resulta, con tanta gente muriendo tan rápidamente, la minería de plomo se convirtió en una prioridad mucho menos importante que la supervivencia básica.
Es decir, durante la época de la Peste Negra, el colapso demográfico y económico interrumpió la producción de metales y el plomo atmosférico. Puede resultar un poco macabro lo que muchos estén pensando en este momento, tras dicho enunciado. Aunque parezca lógico pensar en reducir drásticamente a la humanidad, nadie en sus cabales desea una desgracia masiva. Sin embargo, queda para la reflexión un mejor control de superpoblación. Pues este estudio estaría demostrando que menos seres humanos equivale a menos recursos necesarios, y esto resultaría en menos plomo en el cielo y el plástico en el océano.
En efecto, esperar otra gran pandemia para tener oportunidad de arreglar el planeta carece de sentido. Lo que sí queda claro que el elemento más contaminante es sin duda el ser humano, de allí y mientras no se haga algo realmente conjunto alrededor del planeta, la naturaleza lo hará a su manera.
No en vano el científico Stephen Hawking advierte de la necesidad de empezar a mudarse a otro planeta pronto.
Fuente: Iflscience
Foto principal: Óleo de Pieter Brueguel el Viejo (El triunfo de la muerte -1562- Museo del Prado).