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Cuando a una persona se le llama ‘bala perdida’ significa que su reacción ante cualquier suceso es muy incierta. Pero una persona es una persona, tiene la opción de filtrar, pensar, repensar, detenerse a tiempo. Una bala no. Si alguien la disparó, la munición seguirá la trayectoria que la física y el azar dispongan.
América Latina, según un informe del Centro Regional de las Naciones Unidas para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe (UNLIREC), es un terreno donde las balas perdidas no son un hecho aislado. Y sus víctimas principales son mujeres y niños. El equipo de investigadores de UNLIREC logró documentar 550 casos con 617 víctimas reportados en medios de comunicación de 27 países de la región durante un cuatro años (1 de enero de 2009 – 31 de diciembre de 2013).
Una de las ciudades donde las balas perdidas causan más temor es Río de Janeiro. De acuerdo a un artículo de la BBC el 24 de febrero, una joven fue baleada en una pierna cuando caminaba por Copacabana, sin saber de dónde partió el tiro. El 27 de febrero una bala perdida se le alojó en la columna a una niña de 3 años estando en la puerta de su casa en un barrio popular. Hace pocos días una señora de 63 años con discapacidad visual falleció luego de haber sido impactada, también en el portal de su casa. Y los casos en dicha ciudad siguen, un niño de 10 años jugaba con una cometa en la terraza de su hogar. Ahora está en estado grave, producto de ese disparo anónimo y criminal.
Otros paises aquejados por esos terroríficos sucesos son Venezuela, México, Colombia, Honduras y Perú. Lo cual no implica que el resto de Latinoamérica esté libre de eso, pues el informe solo toma en cuenta aquellos casos registrados en medios de comunicación y lo que estos publican solo un referencial.
¿Por qué hay balas perdidas hiriendo a inocentes?
Los motivos de las balas perdidas pueden ser muchos, pero principalmente son por consecuencia de robos a mano armada/delincuencia común (14%); violencia social/comunal/interpersonal (11%); disparos al aire/tiros alegres (5%); crimen organizado (6%); enfermedad/inestabilidad mental (1%); conflicto armado/terrorismo (1%). Por ejemplo, en el 2012, en Colombia se reportó la muerte de 57 personas como consecuencia de disparos al aire en las celebraciones de fin de año.
Así, el informe también señala Los menores de 18 años representan el 45% de las víctimas de balas perdidas. Los adultos jóvenes (entre 18-29 años) representaron el 21% de las víctimas. Esto significa que el 66% de todas las víctimas de balas perdidas fueron jóvenes menores de 30 años.
En Ecuador las cifras del informe relacionan la tasa de homicidios, que en ese periodo fue de 12 cada cien mil habitantes (ahora es 10.87), con los 14 casos reportados. Y como menciona un artículo de El Comercio, sobre un caso ocurrido en el 2011 en el suburbio de Guayaquil, los vecinos del sector donde ocurren no son abiertos a hablar del tema, por temer represalias o que sea un modo de atraer esas desgracias.
Siempre es bueno recalcar que son casos citados en medios de comunicación, pues las estadísticas de balas perdidas no son del todo tangibles debido a que muchos incidentes colaterales de tiroteos relacionados con narcotráfico y delitos comunes no se registran. Y por supuesto, no es un fenómeno exclusivo de América Latina.
Según la BBC, una bala en caída libre puede llegar a velocidades de 220 y 330 km/h. Todo esto dependiendo de factores como el calibre, ángulo de caída, y corrientes de viento. Todas esas velocidades bastan para romper la estructura ósea de una persona.